El pasado 14 de abril se inauguraron en las instalaciones de l’Escola Joso sendas exposiciones sobre Iban Coello, profesor de la escuela y, sobre todo, reputado profesional del cómic estadounidense, y Fabien Velhmann, guionista de algunas de las más conocidas aventuras de Spirou y Fantasio o Green Manor. Para la ocasión, además de abrir las puertas a todo el público que quiera acercarse a ver las exposiciones, contamos con la presencia de uno de los homenajeados, el propio Iban, y aprovechamos para realizarle una entrevista con la que podréis conocer algo más sobre un autor que recibe bastante menos atención de la que merece, a tenor de su trayectoria y la calidad de los trabajos publicados.
Porque no todos los días, alguien pasa de estar estudiando en la Joso a impartir clases en ella y, de ahí, entrar directamente en el mercado estadounidense de la mano de un gigante como Marvel, o a dibujar franquicias de la talla de Star Wars, Batman, Superman, Iron Man, Capitán América, Silver Surfer o la actualmente célebre Deadpool. ¡Y todo ello a una velocidad de vértigo!
Así que no dejéis pasar la oportunidad de ver gratuitamente y de cerca una selección a cargo de Santi Casas, comisario de la exposición, de su obra, así como material inédito que nos acerca al lado más jocoso de Ibán Coello. Todo esto y más, en l’Escola Joso (Entença, 163) hasta el 28 de julio.
¡Ah! Y si os quedáis con ganas de más, este jueves 5 de mayo, en el espacio de Taller de cómic del 34º Saló del Còmic de Barcelona, podréis disfrutar de una clase magistral de Iban, en la que nos mostrará in situ cómo realiza una de sus páginas. ¡Id pronto, que el aforo es limitado y la clase empieza a las 17:30!
Ahora sí, sin más, os dejamos con la entrevista que le hicimos a Iban Coello y, al final, también podréis ver un video en el que el propio artista responde a las preguntas del público presente:
David: ¿Cómo empezaste en el mundo del cómic?
Iban Coello: Empezó en un Salón del cómic de Barcelona, donde fui con un portafolio e hice una entrevista con un editor. Por aquel entonces era relativamente más difícil que ahora.
Llevaba poco tiempo trabajando en esto de hacer páginas de cómic, pero tuve la buena suerte de que estas les gustaron, aunque, por otro lado, tuve el infortunio de perder el email de contacto. Volví al año siguiente, me dieron de nuevo el correo y en esta ocasión no lo perdí. Al poco tiempo hice unas cuantas pruebas para ver cómo llevaba los tiempos de entrega, interpretación de los guiones, cómo era mi narrativa o si les gustaba el dibujo, y finalmente me dieron el trabajo.
D.: ¿Cuál fue ese primer trabajo y qué recuerdos guardas de él?
I. C.: Fue un cómic one shoot de Iron Man compuesto de varias historias. Yo hice la última de ellas, de unas catorce páginas. Venía de estar haciendo tebeos en la revista de los Supers, y verte en una de las grandes editoriales me daba mucho miedo. De hecho, no fue hasta pasados cuatro o cinco años no se me quito este temor, ya que mi única experiencia eran las páginas que hacía para encargos de la Joso, el típico ejercicio que tienes una semana para hacerlas.
D.: ¿Tenías claro que ibas para el cómic estadounidense o antes habías probado en otros géneros y mercados?
I. C.: Tenía muchas ideas, pero lo que me ayudó a centrarme fue equiparar un trabajo artístico o relacionado con este mundo con un trabajo «normal». Qué tipo de trabajo me podía dar una seguridad similar a un contrato indefinido en una fábrica, un comercio, etc. Que tanto labor y pago me fueran fáciles de identificar, no estar regateando los precios. Descubrí que el mercado americano era más parecido a una fábrica y me pareció lo más sensato en ese momento, aunque lo último que me imaginaba es que pegaría el pelotazo entrando directamente en Marvel.
D.: ¿Cuál fue tu formación en todo lo relativo al dibujo y el cómic?
I. C.: Fue «autodidacta», aunque siempre estuvo relacionada con la Escola Joso; antes de entrar, tenía un amigo que estaba en Art Gráfic en la Joso, y me pasaba el dossier de lo que iban haciendo, que me lo empollaba en casa. Luego entré en Manga, lo sábados por la mañana; tuve a Chimo y Kenny Ruiz como profesores. Más adelante, a Rey, Abel Carrasco y a Santi Casas. Después de eso trabajé como profesor en la escuela en el curso de cómic infantil, empecé a realizar encargos para la revista del Súpers y, finalmente, entré en el mercado estadounidense. Fue bastante más rápido de lo que podía asimilar.
D.: En esta exposición podemos comprobar parte de ese proceso; ¿Cómo ves tu dibujo actual respecto al de tus inicios?
I. C.: Veo el de Star Wars o Dungeon Siege, que fueron de los primeros, y obviamente hay muchas cosas que me gustaría cambiar. Aparte de ser inexperto, fue una situación complicada; hice Silver Surfer y Star Wars a la vez, por lo que recién llegado al mundo del cómic me encontraba realizando dos tebeos simultáneamente. Fue bastante complicado y me tocó aprender a las malas. A la gente puede gustarle, pero a mí no demasiado.
D.: ¿Cómo pasas del manga al cómic estadounidense? ¿Qué influencias de ese estilo conservas todavía?
I. C.: Me gusta mucho el diseño de videojuegos, concept art y, sobre todo, el japonés. Empecé empollándome a fondo los libros de concept art de Capcom, sobre todo, eran una mezcla de todo lo que me gustaba: el cómic americano me parecía muy realista, y el manga me gustaba mucho, por lo que Capcom era ideal. Luego aparecieron Joe Madureira y otros artistas que pensaban lo mismo, y de repente nos encontramos con un estilo en el que se unían ambos mundos.
D.: ¿Con cuál de los trabajos que vemos aquí expuestos te has sentido más cómodo?
I. C.: A partir de los Guardanes de la Galaxia. Hice un número suelto y empecé a moverme en un estilo en el que me sentía cómodo y que me gustaba.
D.: ¿Ahora que estás con los cómics de Deadpool te sientes cómodo con esta serie?
I. C.: Fue raro, porque entré de rebote. De hecho, estoy empezando, se ha anunciado hoy mismo y todavía no he dibujado ni una página. Hice unas páginas para un número de relleno; me pidieron ayuda y me gustó mucho y me sentí muy cómodo haciéndolas. Me gusta el personaje, además es igual de idiota que yo (risas), ambos tenemos un humor bastante chorra y estúpido, por lo que creo interpretaré bastante bien cómo se mueve, habla, actúa, etc.
D.: ¿En qué serie te gustaría trabajar?
I. C.: Spiderman. Siempre. O en alguna serie relacionada con Venom, que es el secundario que más te gusta.
D.: En la exposición vemos algunos fan arts que has realizado sobre otras series. ¿Por qué no de Spiderman o lo dejas para tus ratos libres?
I. C.: Lo dejo para los ratos libres, los fanarts son solo para los proyectos imposibles. Imposibles porque no me puedo plantar delante de Akira Toriyama y decirle «te voy a redibujar Dragon Ball». Es feo porque tiene un estilo tan propio que es hasta feo hacerle un homenaje y qué demonios, ya está dibujado. Aunque si viniera y me dijera «oye, dibújalo» estaría contentísimo; Dragon Ball es una serie con la que me crié, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Junto con los videojuegos es uno de los factores que más me han ayudado a dedicarme a esto.
D.: Hablando de trabajo y dedicación, ¿Cómo lo haces para simultanear dos series y que te queden horas de día, si es que te quedan?
I. C.: Optimizando el trabajo. A veces uso trucos; intento siempre hacerlo todo directamente a mano, aunque sea digital, pero cuando vas de culo, si tienes que dibujar una moto, te documentas y, directamente, la dibujas encima de la original con el Manga Studio, o echas mano de tal modelo en 3D. Es algo que procuro no utilizar, pero hay ocasiones en que no te queda más remedio que optimizar el trabajo, ya que al final lo que importa es que entregues a tiempo y que seas profesional: si te has comprometido con una fecha, lo haces.
D.: ¿Con cuál de esos trucos o consejos prácticos te quedas, después de tantas páginas y años de carrera?
I. C.: El truco más práctico es que si te comprometes con una fecha de entrega, tienes que cumplirlo. El orgullo hay que dejarlo de lado; es un trabajo que sí, tiene su vertiente artística y creativa, pero no deja de ser un encargo de parte de un cliente, una empresa, por lo que hay que cumplir de la forma que sea. Si no puedes solo, pide ayuda a un amigo con la tinta o el color, o recurre a lo que anteriormente he dicho, que aunque sea como hacer trampas en un videojuego y no te acabe de gustar, hay que entregar sí o sí.
También es muy importante tener en todo momento una comunicación directa y muy fluida con tu editor.
D.: ¿Qué otras cualidades deben tener en cuenta todos los que quieran trabajar para el mercado estadounidense?
I. C.: Como decía, una comunicación fluida con el editor, independientemente de que dibujen mejor o peor. Que sí, hay que dibujar y narrar hasta cierto punto bien, pero lo que más les importa es que seas profesional, que si te piden algo lo hagas. Si tienes una empresa y encargas algo a un profesional no quieres que te venga con excusas y subterfugios. El cómo lo haga te da igual, mientras que lo acabe y esté bien. Eso es lo más difícil de conseguir para los dibujantes.
D.: Aparte de profesional del cómic eres también profesor en l’Escola Joso. ¿Qué clases das y qué intentas transmitir a los alumnos más allá de los ejercicios prácticos?
I. C.: Doy primero de Cómic los sábados por la mañana, y lo que intento, en primer lugar, es que tengan una base. El estilo se irá desarrollando, pero si no tienes una buena base arrastrarás carencias. También darles unas nociones laborales que pasan por entender que es un trabajo que se puede conseguir, pero cuesta, en el que hay que esforzarse y donde no existen los milagros; no es como un unicornio que no existe, como tampoco dibujando un seis y un cuatro te van a fichar.
D.: Es tu primera exposición en la Joso, seguro que habrá más, ¿Pero tirando de imaginación a largo plazo, si en una década se hiciera otra, qué te gustaría ver en ella?
Me gustaría que la exposición transmitiera lo que hago. Suena un poco estúpido, pero no tengo una idea clara sobre las exposiciones, me gusta ver en ella lo que hago y que la gente saque conclusiones sobre ello; que entiendan lo que he hecho en esas páginas.
D.: ¿Te ves probando otros géneros, mercados? ¿Quizás en Japón con tus influencias del manga?
I. C.: No lo sé, dejo la puerta abierta a muchas cosas; tengo muchas ideas y, como dice mi madre, soy un culo inquieto. El problema es que el mercado estadounidense, además de gustarme, me consume mucho tiempo, y como opción laboral es la que veo más asequible.
A falta de tiempo, cuando tenga posibilidades, quien sabe, crear personajes, mis propias historias, videojuegos, cualquier cosa que me gustase cuando era pequeño.
D.: Esta exposición la ha comisariado Santi Casas. ¿Si tuvieras que comisariar una exposición de quién sería?
De Santi Casas, sin duda.
D.: ¿Cuáles son tus principales referentes y qué tres cómics te llevarías a una isla desierta?
I. C.: Mis referentes son cualquiera con el que he compartido vivencias. Quizás suene pretencioso, pero cualquier persona que se haya fijado en algo que no estuviera bien, no le gustase o se pudiera mejorar me ha servido como ayuda. Asimismo, muchos dibujantes a los que no conocía o no me fijaba en su trabajo, y al trabajar con ellos y entender su metodología y proceso, los he ido añadiendo como referencia. Ver cómo tratan ciertas cosas que no entendías o no eras capaz de ver es conocimiento que adquieres.
Luego también tengo los típicos referentes visuales, al igual que todo el mundo, como Stuart Immonen u Olivier Coipel, cuyo estilo me gusta mucho y me parece visualmente muy atractivo.
Aparte, de manga hay un cómic que estoy siguiendo mucho: One Punch Man, del que he fusilado alguna viñeta… (risas).
Y llevarme a una isla desierta… me llevaría todo lo que pudiera de Ultimate Spiderman, que me gusta muchísimo, y a partir de ahí ya… bueno, es que más que consumir cómics, lo uso mucho como documentación, así que tiro de los que más disfruto o he disfrutado como lector: Dragon Ball y One Punch Man, que es súper divertido y está muy bien dibujado. Manga bien hecho.
D.: ¡Pues muchas gracias por tu tiempo y nos vemos en el Salón del Cómic! Todo un placer, Iban.
I. C.: ¡Gracias a vosotros!
Y aquí tenéis el video (cuyo autor sufre del SVV (Síndrome de Video Vertical)) de Iban Coello atendiendo a las preguntas del público durante la presentación de su exposición.