Las caras, esas dichosas caras, con sus expresiones y rasgos de todo tipo, que suelen llenar hojas y hojas de bocetos… Y es que el espejo del alma es irresistible para cualquier dibujante, especialmente para aquellos que gustan de dar un paso más y sacar punta (literalmente) a ciertas facciones peculiares, para deleite del observador. Pero para la mayoría no resulta fácil: muchos se encasillan en un tipo de rostros, los mismos gestos, ojos clónicos, etc. Pues bien, para salir de ese bache y, sobre todo, para los que quieren dominar el arte de la caricatura, la Joso os trae otro de sus cursos de verano especializado en esta disciplina e impartido por el genial Àlex Gallego.
Porque tanto si queréis aprender a hacer caricaturas de un modo profesional como entrenar y mejorar vuestra percepción y observación de la anatomía facial, el curso de Caricatura está pensado para vosotros. Acabado julio podréis ser capaces de hacer bolos como caricaturistas o las delicias (o pesadillas) de familiares y conocidos, además de mejorar notablemente vuestras habilidades a la hora de dibujar todo tipo de personajes. ¡Solo hace falta echar un vistazo a la obra de Àlex para comprobar que su maestría no se limita únicamente al terreno de la caricatura!
Eso sí, aunque sus imágenes valen más que mil palabras, os dejamos con la entrevista que le hemos hecho para que nos explique a fondo en qué consistirá este curso intensivo de verano:
David: ¡Buenas, Àlex! ¿Caricaturista por vocación, casualidad o porque es una buena salida laboral?
Àlex Gallego: Por casualidad, aunque siempre había querido dibujar caricaturas desde pequeño, no me salían ni a tiros. Era mi punto débil. Y digo que fue por casualidad porque no me atreví en serio hasta que tuve una oferta laboral importante que no pude rechazar y me tiré de cabeza a sacarla adelante.
D.: E imagino que la experiencia valió la pena, porque hasta la fecha las caricaturas son una de tus facetas artísticas que más explotas. ¿Uno puede ganarse bien la vida como caricaturista?
À. G.: La verdad es que sí. Tengo compañeros que viven solamente de esto y, de hecho, en otros países es algo muy común. Aquí quizá es un poco más difícil (como todo), pero haciendo encargos particulares y caricatura en vivo en bodas o fiestas, es totalmente posible. Ya no te digo si consigues trabajar, además, en prensa.
D.: ¿Y qué aptitudes debe tener o trabajar aquel que quiere dedicarse al mundo de la caricatura?
À. G.: La capacidad de observación, por encima de todo. En segundo lugar, lógicamente, la anatomía.
D.: E, imagino, se trabajarán durante el curso de verano. ¿Pero entrando en más detalles, en qué consistirá éste?
À. G.: Básicamente y debido al poco tiempo de que disponemos, mis clases se centran en el sketching y el acabado a lápiz. Concretamente, en clavar los parecidos, que es lo más importante. También entrenamos la observación y practicamos la caricatura en vivo, que es una disciplina que requiere métodos un poco diferentes, como la velocidad y la síntesis. Normalmente, a petición de los alumnos, hacemos un día de Photoshop, en que explico un poco los pinceles y cómo pintar.
D.: Es decir, que tras el curso los alumnos podrán enfrentarse tanto a «bolos» en directo como a encargos desde su mesa de trabajo. ¿Hay otros tipos o géneros de caricatura?
À. G.: Yo hablaría de «aplicaciones» o «usos»: Estarían la prensa y el humor gráfico como los más conocidos y luego entraríamos en el encargo personal, que puede ser caricatura de estudio o en vivo para eventos. También tiene sus usos en el mundo editorial (en portadas de libros, por ejemplo) o incluso en publicidad y el mundo del videojuego, como yo mismo acabo de descubrir recientemente.
D.: ¡Ostras, eso suena novedoso! ¿Puedes contarnos más sobre caricaturas y videojuegos?
À. G.: Bueno, hace nada me han llegado dos clientes del mismo sector (dentro del mundo de los videojuegos) que han visto mi trabajo de caricaturas y me han pedido diseños de avatares para sus juegos. He tenido que dibujar caricaturas de players, pero en este caso sin que se parezcan a nadie en concreto. Mis habilidades con la caricatura han sido fundamentales para poder encarar estos trabajos «con cara y ojos», nunca mejor dicho.
Por otro lado, nunca se sabe lo que un cliente te va a pedir, y aunque yo no vivo solamente de las caricaturas, aprender esta disciplina me ha facilitado poder afrontar trabajos que no tienen porqué ser estrictamente de caricatura pura y dura con más seguridad. Es una habilidad que te convierte en un dibujante mejor preparado.
D.: ¿Hacia qué clase de dibujantes está enfocado el curso de caricaturas?
À. G.: Sinceramente, creo que a cualquiera, porque al final lo que hacemos en clase es aprender a clavar el parecido, con lo que a partir de ahí, cada uno puede aplicar su técnica de acabado: acuarela, témpera, rotuladores, tinta, color digital, etc… Tenemos artistas de la caricatura como Jason Seiler (hiperrealista) oAnthony Geoffroy (rollo cartoon) o al clásico Al Hirschfeld (en tinta, muy sintético). Todo el mundo dibuja o pinta distinto, y se puede afrontar la caricatura desde cualquier técnica.
Y luego está la escuela japonesa, que ya son otro rollo totalmente distinto, así que no hay límites.
D.: ¿Pero se requieren conocimientos previos de dibujo?
À. G.: La verdad es que sí. Yo lo recomiendo, porque es una disciplina dura. Piensa que, en general, hay pocos dibujantes que sean capaces de hacer caricaturas efectivas. Hay que tener paciencia para superar la frustración al principio, como en todo, y tener una base en dibujo ayuda, sin duda.
D.: Tú ya eres todo un profesional que lleva años sacando punta a todo tipo de rostros y expresiones; ¿Con qué consejo o aprendizaje te quedas de los aprendidos durante todo este tiempo?
À. G.: Es una pregunta difícil… Yo creo que me quedo con haber aprendido a mirar. A saber qué es lo que estoy viendo, con todas las consecuencias. Quizá no se entiende, dicho así, pero cuando aprendes a observar una cara con detalle, la caricatura va saliendo sola en tu mente. Al final, yo enseño técnica, pero la intuición no la puedo enseñar. Aunque por suerte eso es algo que se acaba desarrollando con la práctica. La buena observación es lo que me ha cambiado como ilustrador, sin duda.
D.: ¿Te refieres a dibujar lo que tienes delante de ti y no lo que tienes en mente?
À. G.: Cuando eres ilustrador, muchas veces tienes que utilizar referencias para tu trabajo. En el caso de la caricatura, por motivos obvios, eso es imprescindible. Si eres capaz de mirar con detalle cada rincón, cada línea, cada distancia de las piezas de la cara, la caricatura te saldrá sola. Es un proceso mental que les enseño a mis alumnos y que se extrapola a cualquier otro tipo de encargo que requiera usar documentación, pero es que te cambia un poco la percepción de las cosas. Te ayuda a ser más detallista y más cuidadoso con lo que dibujas, y es fundamental a la hora de lograr los parecidos, que es el pilar básico de la caricatura.
D.: Bueno, imagino que también habrá caras que sean más agradecidas que otras…
À. G.: ¡Desde luego! Y además hay otro factor: si un día te levantas con el pie izquierdo, ese día te costará mucho sacar a cualquier persona. Luego, aparte, están tus «enemigos» (aquel actor o aquella actriz que nunca te salen a menos que los repitas 20 veces)… Hacer una caricatura efectiva requiere un mínimo de concentración, y si no tienes el día tendrás que hacer muchos bocetos.
D.: ¿Hay algún ejercicio o rutina de calentamiento que puedan ir haciendo todos aquellos interesados en el curso para empezarlo en plena forma?
À. G.: Pues yo comenzaría a probar: que cojan fotos de personas «fáciles»: famosos, actores, etc… (nada de familiares porque es difícil), y prueben a observar y a dibujar lo que ven. Y también pueden dibujar retratos, que también ayuda.
D.: También has mencionado algo de Photoshop, y viendo tu trabajo les das unos acabados espectaculares a las caricaturas. ¿Te sientes más cómodo en el medio digital o prefieres combinarlo con el lápiz de toda la vida?
À. G.: Siempre dibujo el sketch a lápiz sobre papel. Es lo que me gusta. Además, conozco muchos dibujantes que lo hacen todo en digital y siempre dicen que se han olvidado de dibujar en papel, y eso me aterra. No quiero que me pase. Así que el sketch, siempre en papel. Luego, para pintar, prefiero el digital porque es más limpio, más rápido y no tienes que limpiar pinceles cuando has acabado, aunque últimamente, para el humor gráfico, le he pillado el gusto a los rotuladores.
D.: Entonces, ¿El alumno podrá hacer acabados de caricaturas en rotuladores o pincel?
À. G.: Sí, lo que me interesa es que aprendan a encajar la cara y el parecido. Siempre doy libertad al alumno para acabar las caricaturas como quieran, por lo que te contaba antes: la técnica no importa, siempre y cuando no tarden mucho tiempo. En clase prefiero que los alumnos intenten ganar velocidad.
D.: Viendo tu trayectoria y que has trabajado para todo tipo de medios y plataformas, los consejos profesionales y sobre cómo tratar al cliente imagino que serán otra parte esencial del curso.
À. G.: Bueno, aunque en teoría no forma parte del propio curso, siempre me gusta comentar temas profesionales y anécdotas a los alumnos. Si hay que ser freelance, siempre es bueno tener un poco de idea de cómo dirigirse a los clientes y tratar con ellos. Se agradecen los consejos, sobre todo cuando comienzas.
Lógicamente, explico mi experiencia, pero trato de inculcar a los alumnos el sentido de responsabilidad y la seguridad para tratar con los clientes, que no siempre son agradables y/o buenos pagadores, por desgracia.
D.: Sí, ¿Porque con qué clase de problemas suele encontrarse un caricaturista en su día a día?
À. G.: Bueno, el mayor problema puede ser no encontrar fotos apropiadas. Cuando trabajas con clientes que no están acostumbrados a lidiar con ilustradores, a veces te mandan unas fotos horribles de referencia. Tienes que explicarles bien que necesitas fotos claras y de cara… y aún así, te mandan fotos de noche o con el sujeto de lado o movido, etc…. Hay que tener paciencia.
Cuando buscas tú a algún famoso o político, Google te soluciona la papeleta pero de según qué personajes es complicado encontrar fotos de calidad donde puedas ver bien el detalle. Si no ves bien, no puedes trabajar bien.
D.: También cabe esperar que el cliente se reconozca o quiera reconocer en la caricatura, ya que muchos no llevan demasiado bien el que les resalten los defectos. ¿Qué haces en esos casos? ¿Hay «caricaturas amables» para este tipo de cliente?
À. G.: Hay muchos compañeros que optan por eso, pero yo no soy uno de ellos. Les explico convenientemente que se van a hacer una caricatura y que por lo tanto, no es que vaya a resaltar «los defectos», sino las facciones de la cara. ¡Tener una narizota grande no es un defecto! Entre mis compañeros tengo fama de «cabrón» pero es porque soy fiel a la realidad. En todos los años que he hecho caricatura sólo se me enfadó una señora en una ocasión. Las mujeres siempre dicen «sácame guapa» pero siempre les respondo «aquí no hacemos cirugía». Hay que tener mano izquierda y sentido del humor.
D.: En lo referente a compañeros, eres uno de los miembros y fundadores de la Asociación Española de Caricaturistas. ¿Señal del auge y buen momento de la caricatura o una manera de asesoraros y defender vuestros derechos?
À. G.: Un poco de todo. La caricatura sigue estando menospreciada, como el resto de artes en este país, y su situación laboral no es fabulosa que digamos, pero es cierto que hay un resurgir de este género entre los artistas y gracias a las redes sociales se ha extendido ampliamente y se ha diversificado en estilos. Hay concursos y comunidades por todos lados, lo cual es un buen síntoma.
En la AEC intentamos recoger un poco esta corriente y hacer piña para apoyarnos, aconsejarnos entre todos e, incluso, ayudar a los asociados a encontrar clientes, ya que tenemos una modesta bolsa de trabajo. Ahora somos alrededor de 30 asociados, y una vez al año hacemos la asamblea anual en la que montamos talleres y traemos a una «estrella» de la caricatura europea para compartir, contrastar y disfrutar de la diversidad cultural.
D.: Hablando de estrellas, ¿Qué caricaturistas te han influido o marcado especialmente? ¿Algunas recomendaciones antes de empezar el curso?
À. G.: El que realmente me hizo meterme en la caricatura en serio fue Jason Seiler. Lo encontré por casualidad y me fascinó. Pensaba: ¿Cómo diablos hace esto? Y al final, llegué a la conclusión de que si él podía, yo también. Luego fui descubriendo a otros maestros gracias a Facebook. Algunos de mis favoritos son David Duque, Jeff Stahl, Anthony Geoffroy (los franceses son la bomba), Jan Op De Beeck o Sakiko «Satsu» Ushioda.
D.: Para ir terminando, te voy a pedir que hagas de Jason Seiler para con aquellos dibujantes que nos están leyendo y todavía no tienen claro si se van a apuntar al curso de caricaturas. ¿Qué les dirías para que se animen a tenerte como profesor?
À. G.: Pues aparte de poder apreciar mis camisas hawaianas, yo creo que la caricatura es una disciplina dura de aprender pero que merece la pena, ya que, sin duda, añadirá habilidades como ilustrador a cada uno de los alumnos, por no hablar de que explico una técnica para el aprendizaje de la observación que les convertirá en mejores dibujantes, con aprecio al detalle. Los detalles marcan la diferencia en nuestra profesión.
Resumiendo: tendrán otra alternativa profesional y mejorarán como dibujantes. Vale la pena.
D.: Como antiguo alumno de tu curso, doy fe que así es! Un placer entrevistarte y muchas gracias por tu tiempo, Àlex!
Y el resto, ya sabéis: si queréis mejorar como dibujantes, formaros como caricaturistas y, además, pasar unas tardes geniales con un profesor como la copa de un pino, apuntáos al curso de caricaturas de l’Escola Joso!